El titular de la ONU declara en Hiroshima que el mundo espera que el G7 demuestre liderazgo y solidaridad, y pide una redistribución del poder que refleje las necesidades actuales, además de apoyo financiero para acelerar la descarbonización de los países en desarrollo.

 

Antonio Guterres dijo que su mensaje a los líderes del G7 era claro y sencillo: "Aunque el panorama económico es incierto en todas partes, los países ricos no pueden ignorar el hecho de que más de la mitad del mundo, la inmensa mayoría de los países, está sufriendo una profunda crisis financiera". Y reiteró su opinión, expresada por primera vez en una visita oficial a Jamaica la semana pasada, de que los problemas a los que se enfrentan los países en desarrollo tienen tres dimensiones: moral, de poder y práctica.

En relación con el "sesgo sistémico e injusto" del sistema económico mundial, el carácter obsoleto de la arquitectura financiera global y el hecho de que, incluso con las normas actuales, las economías en desarrollo se han visto defraudadas y malvendidas, el jefe de la ONU afirmó que el G7 tiene ahora el deber de actuar.

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