La mayoría de las regiones registrará una desaceleración este año con respecto a 2022 y las señales de recuperación para el 2024 son pocas, según la conferencia de la ONU sobre comercio, que pide reformar la arquitectura financiera mundial y un cambio de políticas de los principales bancos centrales.

 

La economía global alcanzará un crecimiento de apenas 2,4% este año, estimó la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), recordando que en 2022 el avance fue de un 3%.

El estancamiento general mostrará una desaceleración en la mayoría de las regiones, con pocos países haciendo contrapeso a esta tendencia, apunta la UNCTAD en su informe sobre comercio y desarrollo en 2023, divulgado este miércoles.

La economía mundial está en una encrucijada, donde las trayectorias de crecimiento divergentes, el incremento de las desigualdades, la mayor concentración de los mercados y el aumento de la carga de deuda nublan su futuro y, por el momento, da lugar a pocas señales de recuperación para el año próximo.

Frente a este sombrío panorama y para evitar una década perdida es necesario cambiar la dirección de las políticas, incluso las de los principales bancos centrales, e implementar las reformas institucionales prometidas durante la crisis derivada de la pandemia de COVID-19.

La UNCTAD explicó que la recuperación tras la pandemia es divergente, con algunas economías, como Estados Unidos, Japón, China, Brasil, México, India y Rusia, mostrando resiliencia y otras afrontando grandes desafíos.

Motores debilitados

Al referirse a los principales motores de la economía mundial, especificó que pese al aumento de las tasas de interés en Estados Unidos, la desaceleración ha sido mesurada y apunta a un aterrizaje suave gracias a la solidez del consumo interno, a la disminución de la inflación, al alejamiento de la austeridad fiscal y a la intervención monetaria activa registrada a principios de año.

No obstante esta resiliencia, el crecimiento no repunta en parte porque la inversión no se ha recuperado lo suficiente en vista de lo elevado de las tasas de interés durante un prolongado periodo.

El bloque europeo, por su parte, está al borde de la recesión, lidiando con un rápido endurecimiento de la política monetaria y embates económicos en contra, con las principales economías desacelerándose y Alemania contrayéndose. El estancamiento o la caída de los salarios reales en todo el continente, sumados a la austeridad fiscal, están frenando el crecimiento.

En cuanto al gran propulsor asiático, la UNCTAD señaló que, aunque muestra signos de recuperación con respecto al año pasado, China encara un debilitamiento de la demanda interna y la inversión privada. “Sin embargo, tiene más espacio de política fiscal que otras grandes economías para abordar estos retos”, añadió.

Desigualdad y deuda, dos grandes problemas del mundo en desarrollo

La publicación identifica la desigualdad como uno de los mayores desafíos de los países en desarrollo, que se ven afectados desproporcionadamente por ese desequilibrio. La creciente brecha de riqueza, alerta, podría “socavar aún más la frágil recuperación económica y las aspiraciones de las naciones de cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

La UNCTAD destaca a la deuda como otro de los grandes lastres de los países en desarrollo e indica que, con el aumento de las tasas de interés, la depreciación de las monedas y el crecimiento lento de las exportaciones, los espacios fiscales se les han reducido y se está gestando una crisis de desarrollo.

En este sentido, abunda que las economías de renta baja y media han visto triplicar su deuda externa pública en la última década, con la consecuente presión sobre lo presupuestos nacionales, que han debido desviar al pago del servicio de la deuda recursos originalmente asignados a proyectos de desarrollo.

Según el informe, cerca de un tercio de esas economías están al borde de una crisis de deuda, por lo que se precisan medidas urgentes para evitar que más países lleguen al límite de su capacidad financiera y, peor aún, caigan en moratorias.

Por una economía inclusiva y estable

De cara a este escenario, la UNCTAD aboga por combinar políticas fiscales, monetarias y de oferta más equilibradas y plantea que se requiera coordinación entre las autoridades nacionales y supranacionales para gestionar las presiones inflacionarias y garantizar la estabilidad de precios, fomentar un entorno propicio para el crecimiento impulsado por la inversión, implementar medidas para reducir las disparidades de ingresos, mejorar los salarios reales y reforzar los sistemas de protección social.

También argumenta que será clave asegurar la sostenibilidad financiera y económica a largo plazo y que el papel de los bancos centrales debería ampliarse más allá de las metas de inflación impulsar el desarrollo.

La UNCTAD concluye con una llamado a los responsables de elaborar políticas a centrarse en medidas que permitan a avanzar hacia una economía resiliente, inclusiva y estable que funcione para todos.