Por Adrián Freijo.

 

La intención de suspender las PASO bajo el pretexto del riesgo sanitario no se condice con las experiencias en el resto del mundo. Un informe que sirve para evitar engaños.

Conseguido el dominio del PJ, para el kirchnerismo se vuelve ahora conveniente la suspensión de las PASO ya que nada se interpone ante el verdadero objetivo político que se ha planteado: un armado de listas que le asegure mayor presencia de legisladores propios en todo los niveles que serán renovados en octubre.

Las disidencias en el peronismo –que las hay, y muchas, entre explícitas y solapadas– se ha quedado sin instrumentos legales ni chances para oponerse a cualquier decisión que se tome al respecto desde el Instituto Patria y La Cámpora y es llegado entonces el momento de preguntarse si tiene sentido alguno para Cristina y su ahora formalizado liderazgo ir a una elección sin nada para ganar y tal mucho para perder.

Por el lado de Juntos por el Cambio, donde las cosas no están más calmas que en la vereda de enfrente, el ultra macrismo, que por ahora encarna la conducción formal del PRO, tampoco vería con malos ojos una suspensión de la elección previa a los comicios de octubre. Teme que el creciente cuestionamiento a la figura del ex presidente que surge desde los cuatro costados del partido pueda verse reflejado en la construcción de las listas legislativas si a la mesa de las decisiones se sientan, en igualdad de condiciones, los representantes de los díscolos Rodriguez Larreta, Vidal o el fortalecido polo de intendentes, entre los que crece la incidencia de la opinión de Guillermo Montenegro y las aspiraciones de Jorge Macri, que están exigiendo poner sus propias fichas sobre el paño. 

Ya ve el lector que una vez más los extremos se juntan: Macri y Cristina, por cuestiones tal vez no tan distantes, terminan pensando lo mismo y actuando en un tándem que ya aparece repetitivo aunque…¿casual?.

Y el argumento utilizado es el de evitar el riesgo sanitario de concurrir ese día al cuarto oscuro en el medio de lo que se supone será un tiempo de crecimiento de los contagios de coronavirus.

En cualquier sistema democrático real -no meramente formal como es el argentino- bastaría con recordar que las leyes están para ser cumplidas y que en nuestro país el régimen electoral está reglado por una que exige la realización de las PASO. Pero aquí, lamentablemente, hablar de normalidad o respeto a la ley se vuelve redundantemente ocioso…

¿Es verdad lo que se plantea?, ¿ir a los centros electorales ayudará a disparar los casos?, ¿qué ha ocurrido en los países que votaron en tiempo de pandemia?. Veamos, y saquemos nuestras conclusiones.

Desde que comenzara la epidemia son muchos los países que han celebrado elecciones, ya fueran generales, provinciales o locales. Esto ha permitido la elaboración de estudios comparados que ofrecen algunas pistas sobre el efecto de los comicios en los patrones de transmisión. Y como ocurre en todos los ámbitos desde el inicio de este drama universal, las conclusiones son discutibles.

Corea del Sur celebró sus elecciones legislativas a mediados de abril, cuando la mayor parte de países de Europa seguían confinados. Las autoridades locales, cuya reputación en la trazabilidad y control de la enfermedad es indiscutible, no atribuyeron nuevos casos a la cita electoral. Habían llegado a los comicios tras semanas de desaceleración epidémica, una tendencia que continuó hasta el verano.

Estados Unidos es el mejor reflejo de la dificultad a la hora de ponderar el efecto de unas elecciones en la epidemia. El país acudió a las urnas el 3 de noviembre y dos días después registraba su pico de contagios histórico en un sólo día (más de 100.000).  Sin embargo la estadística sirve para demostrar que el aumento de casos ya venís viéndose desde varias semanas antes y que la curva siguió en ascenso, pero estable, el el tiempo que siguió a la elección.

Otros ejemplos para sacar conclusiones serían los de Croacia y Macedonia del Norte donde los contagios se mantuvieron estables en el periodo posterior al voto, mientras en República Dominicana y Malawi siguieron creciendo, aunque el patrón ascendente ya había comenzado antes de las elecciones.

En Bielorrusia y Serbia, donde se multiplicaron las denuncias de fraude por parte de las autoridades, estallaron duros conflictos -con enfrentamientos callejeros y multitudinarias marchas tras conocerse los resultados presuntamente amañados- a los que debería responsabilizarse por el aumento de casos detectados tras la jornada de votación.

Polonia y Francia realizaron comicios que habían sido postergados por el coronavirus. Pudieron llevarlos a cabo aplicando medidas como el uso de mascarillas y manteniendo el distanciamiento. Tras los mismos no se detectó un aumento que pudiese ser emparentado con el ejercicio democrático sino más bien con las mismas características y ritmo que ha tenido la ola que hoy traspasa al continente europeo.

Y por fin en Singapur, que también tuvo comicios en este período, aumentó sólo de forma paulatina, aunque los especialistas sostienen que la tendencia tuvo que ver con el levantamiento de las restricciones.

En nuestra región, las elecciones en Bolivia son también un casa para el análisis: con una participación electoral récord que llegó al 87% y con muchas regiones en las que el sistema de salud no está preparado para contener un crecimiento fuerte de los casos, las semanas posteriores a la elección no mostraron un crecimiento en los contagios que pueda ser vinculado con lo ocurrido ese domingo. Y el país andino sigue siendo, hasta el momento, uno de los que mejor tiene controlada la pandemia en América Latina.

Todos datos que demuestran que, salvo en el caso de Bielorrusia y Serbia donde la insatisfacción popular derivó en marchas y protestas, en ningún país pudo observarse un crecimiento de contagiados que no fuese por las tendencias comunes a la región o que no viniese dándose desde semanas antes de concurrir a las urnas.

Por consiguiente cualquier intento de suspender o demorar el proceso electoral argentino tiene que ver con necesidades y/o especulaciones de los diferentes sectores políticos y no con un verdadero interés en cuidar la salud pública. El ejercicio del voto, bien organizado, no representa peligro alguno para la población y por el contrario le sirve para expresar su mirada acerca de la realidad y, como nunca, liberar presiones.

Lo demás…es puro verso.