Un 25% de la población de la región será mayor de 65 años en el 2050. La ONU ha lanzado una serie de directrices para orientar a los países afectados a los que ha pedido que integren el envejecimiento en todas sus políticas. La necesidad de hacerlo es urgente como ha puesto de manifiesto la pandemia de COVID-19, que ha afectado de manera desproporcionada a las personas mayores.

 

Europa tiene que abordar políticamente el rápido envejecimiento de su población y hacerlo de una forma integral.

Con ese objetivo, la Comisión Económica de la ONU para Europa (UNECE) ha lanzado unas directrices que exigen el desarrollo de un Marco Estratégico para la Transversalización del Envejecimiento para asegurar su consideración e integración sistemáticas en las políticas públicas.

Para el año 2050, aproximadamente una de cada cuatro personas en la región que cubre la Comisión tendrá más de 65 años.

Es notorio que el envejecimiento de la población afecta a casi todos los aspectos de la sociedad, por eso el cambio necesario para adaptarse a las implicaciones del envejecimiento de una población que vive más tiempo no se puede lograr sin un esfuerzo de todo el gobierno y de toda la sociedad.

El Plan de Acción Internacional de Madrid sobre el Envejecimiento adoptado en 2002 ya lo preveía y recomendaba la integración sistemática de los problemas del envejecimiento en todos los ámbitos políticos pertinentes y en todos los niveles de las políticas.

La pandemia subraya la necesidad de un enfoque coordinado

La pandemia de COVID-19 ha puesto de relieve en particular la importancia de incorporar el envejecimiento en las políticas pública.

Las primeras investigaciones sobre el impacto de la pandemia revelaron un riesgo desproporcionado de enfermedad grave y muerte para las personas mayores. Sin embargo, las instituciones en las que se concentran los más vulnerables, los hogares y residencias de ancianos, pasaron por alto en gran medida una respuesta de emergencia temprana.

En muchos países, el sector de la atención a largo plazo se quedó sin orientación coordinada y sin acceso a la información necesaria, así como sin las medidas de control de infecciones ni el equipo de protección, lo que resultó en muchas muertes evitables.

Esto ha puesto de relieve la importancia de la coordinación intersectorial, especialmente entre los sectores de la salud y la asistencia social, asegurando que las medidas gubernamentales puedan responder de manera eficaz a las necesidades y derechos específicos de todos los ciudadanos, incluidos los más vulnerables.