Por Adrián Freijo.

 

La reacción de los funcionarios comunales frente a la intempestiva resolución de colocar a Mar del Plata en Alerta Epidemiológica es de una ingenuidad que roza con la irresponsabilidad.

“Nadie nos llamó”, fue la primera respuesta que desde las cercanías del intendente recibieron los periodistas que, alarmados y también sorprendidos, corrieron a consultar que estaba pasando.

A primera hora de la mañana había hablado el presidente y se limitó a plantear un panorama desolador en la zona del AMBA. Pero no citó a Mar del Plata y ello no significa que nos creamos el ombligo del mundo: en otras ocasiones, durante sus largas alocuciones autorreferenciales, Alberto Fernández supo nombrar a nuestra ciudad como lo que es, un centro urbano suficientemente importante como para ser tomado como referencia.

“Para que Mar del Plata tenga verano, tenemos que parar el problema hoy”, dijo en octubre el mandatario, que destacó entonces que la ciudad balnearia no tenía muchos casos al inicio de la cuarentena.

“En Mar del Plata los casos (de coronavirus) crecen de modo más que preocupante” dijo en otro mensaje al país en enero de este año.

¿Es creíble que hoy a la mañana se haya «olvidado» de poner como ejemplo del agravamiento que lo llevó a decidir estirar las medidas restrictivas hasta fines de mayo que nuestra ciudad, a la que tantas veces tomó como parámetro, estaba en condiciones de bajar de fase por el estallido de casos?

Por supuesto que no. Como tampoco lo es que Axel Kicillof, resuelto desde hace tiempo a dinamitar la gestión de Guillermo Montenegro, nada haya dicho en su largo mensaje de esta tarde en la que habló de todo lo que pasaba en la provincia menos, ahora lo sabemos, en Mar del Plata…

Pero ni lo que podamos sospechar de la intención presidencial ni de la del gobernador puede hacer que ignoremos lo que por estas horas preocupa a todos los sectores productivos de la ciudad: ¿en qué estaban pensando los funcionarios municipales en las últimas horas?

Mientras miles de marplatenses se preparaban para una Fase 3 endurecida que iba a exigirles un esfuerzo cada vez más difícil de sostener, las autoridades provinciales y nacionales guardaban para ellos la sorpresa de llevarlos a un cierre casi total que va a representar el final del camino para muchos comerciantes, pequeños empresarios y centenares de trabajadores. ¿Dónde estaba el gobierno comunal?, ¿cómo pudo caer en la ingenua pretensión de que todo estaba bien?... ¿qué nivel de análisis e información manejan los hombres del intendente para que Montenegro tenga todos los elementos necesarios para prevenir y no tener que salir con la ambulancia a levantar heridos por la falta de previsión de quienes, se supone, están para asistirlo?

Los días que vienen serán graves y dolorosos para los marplatenses y batanenses. Y es muy peligroso entrar en ellos con la confianza quebrada en la capacidad de nuestras autoridades para prever lo que viene. Máxime cuando estaría haciendo falta que, desde hace ya varios días, nos hubiesen preparado para lo que se venía. Y que muchos intuíamos por infidencias o trascendidos que llegaban desde la provincia y sus personeros locales que, no en vano, se regodeaban pidiendo cierres y mayores restricciones.

A veces, cierta displicencia, que roza con la soberbia, no es la mejor consejera cuando lo que se debe cuidar es algo tan delicado como el futuro de una ciudad.

¿En qué estaban pensando?…

Seguinos

Las más leídas